Continua catalina sobreviviendo a la pesadilla que comenz贸 un d铆a de espesa neblina y extra帽o eclipse... que anunciaba la llegada del devorador de mundos
Quemando cabezas
Despu茅s de lo ocurrido en la
autopista Catalina estaba con el arma en la cintura, el muchacho hab铆a agarrado
un fierro mientras su novia dorm铆a. Hab铆an perdido la noci贸n del tiempo, entre
el desconcierto y el terror. No
hab铆a se帽al de telefon铆a m贸vil, igual Catalina solo intent贸 un par de veces y
luego apag贸 todos los aparatos, excepto uno con linterna, y los puso en su
mochila. Todo segu铆a oscuro con una neblina con tonos de amarillo y naranja.
Catalina se dispuso a explorar un
poco el lugar iluminando con uno de sus aparatos electr贸nicos y agarr贸 un par
de cosas que le parec铆an 煤tiles.
Por un tiempo se escucharon sirenas
de todo tipo, y helic贸pteros luego
el silencio fue total.
Catalina volvi贸 para hablar con la
pareja que le hab铆a salvado la vida o al menos con uno de ellos.
—Contame que te dijeron del eclipse tus primos por favor —Dijo
Catalina
—¿Qu茅 queres que te cuente? —Pregunt贸
el muchacho
—Lo que te dijo tu primo.
—Ah ok, dijo que no lo sab铆an…que
fue de sorpresa.
Catalina lo miro at贸nita, como
pensando si le jugaba una broma o algo similar.
—Mi nombre es Catalina ¿C贸mo te
llam谩s?
—Jos茅 y ella es Luciana.
—Mira Jos茅 no tenes porque saberlo,
ni recordarlo desde la escuela, pero los eclipses
de sol son predecibles hace mucho tiempo…te juro que lo que dijeron de que no
lo sab铆an es una mentira. Catalina tomo aire y agreg贸, no hay eclipses de sol
proyectados para este lugar por la forma de la tierra el 煤ltimo eclipse de sol
se vio en San Juan parcialmente y en otras provincias, pero no en Buenos Aires.
—Pero eso dijo mi primo que pasaba
que se pon铆a negro.
—Bueno algo pudo haber tapado el
sol, pero claro en ese caso s铆, ser铆a un eclipse no como lo conocemos.
—¡Una nave extraterrestre! —Interrumpi贸
Jos茅
—Bueno en ese caso obvio no lo
podr铆an predecir —Asinti贸 Catalina y levanto su ceja.
Luego ella agreg贸:
—No s茅 que sean esas cosas.
—Pero se mueren —Acot贸 Jos茅
—Parece que s铆, esperemos que s铆. Igual no nos podemos
quedar mucho ac谩. Tampoco me explico porque la niebla no se disipa, aunque tu
hip贸tesis extraterrestre lo explicar铆a digo una nave ingresando a la
atmosfera…bue como sea tenemos que irnos —Sentenci贸 Catalina
—Pero ella est谩 dormida no puedo
cargarla y defenderla.
—No va a dormir mucho m谩s que dos
horas y para ese entonces al menos tiene que levantarse la niebla para que me
oriente.
—Ah m茅dica y exploradora —Ironiz贸 el
hombre ri茅ndose y agreg贸 —¿Qu茅 m谩s sos?
—Soy la que se va a ir de ac谩. —Dijo
Catalina con voz grabe
—¡Uh! no te enojes flaca, es que no
entiendo c贸mo no est谩s cagada en las patas, c贸mo sos tan fr铆a. Le disparaste a
un tipo y sos m茅dica pero no te mosqueas.
Catalina lo mir贸 y le dijo:
—No era un hombre, no se lo que era
pero no era un hombre y si lo hubiera sido, si me atac贸 me defend铆 es todo.
—Mierda sos fr铆a.
—Par谩, queres que te cuente hasta
que se despierte Luciana ¿o no?.
—S铆 dale.
—No soy exploradora, de hecho
detestaba acampar pero era la 煤nica forma de estar con mi mam谩. Ella era
bot谩nica hab铆a estudiado con una de las mejores del pa铆s y ten铆a becas, viajaba
por el mundo.
—A la mierda —Dijo Jos茅
—Seee, bueno lo que pasa es que
cuando vas a ciertos lugares, aunque sea ac谩 en el pa铆s las personas no son muy
amigables. Lo que parece, o parec铆a natural y normal para algunos para otros no
lo es y si sal铆s del pa铆s menos. Mi vieja era bot谩nica y bi贸loga, pero eso no
la exim铆a de ir a zonas de conflicto armado por ejemplo en la frontera de Colombia cuando la guerrilla
secuestraba porque s铆. O bueno si la exim铆a no se tomaba el permiso.
—Perdona, pero tu vieja era una
loca, no te ofendas eh a ver si me pegas un tiro.
—Ja,ja,ja no, no. Es que preguntaste
de donde sab铆a orientarme, y porque era tan fr铆a. Y en verdad a veces me desoriento m谩s en la
ciudad. Cuando viaj谩bamos no era tan malo aprend铆 mucho de ella y de sus
estudiantes, que despu茅s fueron mis profesores. Cuando pase esto los invito a
comer y les cuento alguna vieja aventura —Sonri贸.
En ese momento se escucharon
rasgu帽os y quejidos. Se callaron y Jos茅 le puso la mano cerca de la boca de
Luciana para evitar que gritara. Estuvieron as铆 un rato escuchando ruidos como
de animales.
—Parece que se fueron. —Susurr贸 el
hombre.
Un estallido de vidrios confirm贸 lo
contrario, los humanos mutados o lo que hayan sido entraron. Eran cinco humanos
rabiosos, atacando.
El hombre agarr贸 a su novia y la
puso a resguardo, bajo unos muebles. Uno de los vampiros lo atac贸 y 茅l le dio a uno con un fierro, pero eso se
levant贸.
Catalina roci贸 a dos en la cabeza
con pintura en aerosol (Que hab铆a recogido del dep贸sito antes) quedaron
desorientados y entonces lleg贸 el tercero que le salt贸 y la empuj贸 contra la
pared. Catalina sac贸 su lapicera Mont Blanc y se la clav贸 en el orificio del
o铆do izquierdo quedo retorci茅ndose. Mientras Jos茅 luchaba a fierrazos con el
otro que parec铆a fuerte y estaba por ser atacado por otro en eso Catalina le
vol贸 la cabeza. Luego abri贸 su mochila y sac贸 un desodorante en aerosol y con
su encendedor improvis贸 un lanzallamas que uso con los rociados con pintura y
con el que ten铆a clavada su lapicera.
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—Ahhhh —Gritaba el hombre mientras
maldec铆a a lo que lo atacaba y le daba fierrazos (golpes con el hierro).
Los que estaban con la cabeza en
llamas se retorc铆an, pero no mor铆an aun as铆 Catalina agarr贸 un pedazo de vidrio
grande y le cort贸 la cabeza a uno. Luego Jos茅 termin贸 con los otros.
Los dos quedaron respirando
agitados.
—Tu novia —Dijo Catalina entre soplando.
Luciana hab铆a permanecido debajo del
mueble y hab铆a visto todo por una rendija. Se hab铆a orinado encima. Jos茅 la
agarr贸 y la abraz贸 consol谩ndola.
—Tenemos que irnos —Luciana comenz贸
con un ataque de llanto otra vez.
—O nos vamos o morimos ac谩. Agreg贸
r谩pido Catalina
—Nos van a, nos van a ma… matar —Gritaba
llorando Luciana.
Jos茅 la sacudi贸 como para que
reaccione.
Luciana repet铆a su mantra.
—Nos van a, nos van a ma matar.
A lo que Catalina respondi贸.
—A mi hoy y ac谩 no, y menos esos
monstruos de cuentos.
—¡Callate Luciana! —Grit贸 Jos茅
—¿O qu茅 me vas a pegar? —Le
respondi贸 su novia llorando y gimiendo.
Para ese entonces Catalina hab铆a
salido por donde entraron los vampiros, ya hab铆a saldado su deuda disparando a
la cabeza del atacante vampiro que peleaba con Jos茅. Ten铆a muchas cosas en la
cabeza como para ocuparse de una idiota maricona pens贸. Sali贸 con pistola en
mano.
Observo y no hab铆a nada a la vista,
aunque con la niebla amarillenta de sepia poco se pod铆a ver. Por su cabeza
pasaban cosas que no merec铆an su an谩lisis trataba de ser pragm谩tica, camin贸
hacia una esquina y no vio nada. Decidi贸
que lo mejor era buscar altura. Entonces escucho que estaban atr谩s de ella.
Hizo un medio giro y con la pierna derecha apunt贸.
—¡Alto! Somos nosotros. —Grito Jos茅
quien tra铆a de la mano a Luciana.
—Ufff digan que tengo buenos
reflejos —Dijo Catalina
—¿Por qu茅 no nos esperaste? —Pregunt贸
el hombre
—Porque no es momento de perder
tiempo, si es el puto apocalipsis al menos quiero agarrar al diablo de la cola
y revolearlo.
—Wowwuff de d贸nde sacaste esa frase.
—De mi abuela Agata ella naci贸 en el
campo y bueno ten铆a algunas frases de esas —Dijo Catalina mirando la esquina en
diagonal, y avistando algo que parec铆a servirle.
Catalina cruz贸 las calles y la
pareja la sigui贸.
—Sostene esto por favor. —Le dijo a
Luciana d谩ndole el malet铆n y agreg贸:
—Me imagino que trajiste tu fierro
Jos茅.
—S铆 traje mi fierro y me junt茅 unos
aerosoles de pintura, por tu idea
—Genial, ¿Ten茅s encendedor? Yo me
asust茅 y me olvid茅 de tenerlo a mano para usarlos como.
—Mini lanzallamas —Interrumpi贸 Jos茅
—Exacto, ¿tenes o no tenes? Y sabes
como usarlo.
—S铆, s铆.
La idea de Catalina era treparse a
uno de los postes de madera que las compa帽铆as de luz jam谩s hab铆an retirado, y
es m谩s hasta segu铆an usando como soporte. La ventaja es que esos postes ten铆an
soportes en forma de gancho como para trepar sin necesidad de escalera.
Mirando a Jos茅 le explic贸 lo que
necesitaba.
—Bueno mira yo soy petisa para
llegar al primer pinche del poste, pero como vos levantase a Luc铆a creo que conmigo
podes hacer el esfuerzo.
—¿Qu茅 queres hacer? —Le pregunt贸 el
hombre a Catalina, Luciana su mujer no hablaba.
—Necesito orientarme con un punto de
referencia y de ac谩 solo veo casas edificios…se que nos bajamos en el km 23 y
la direcci贸n fue en contra del r铆o, pero necito un punto de referencia. —Explic贸
Catalina
—Y…te vas a trepar a un poste de
madera.
—S铆 excepto que quieras hacerlo vos.
—Lo dijo decidida
—Dale te ayudo. —Dijo Jos茅 mientras
la ayudaba.
As铆 Catalina trepo el poste y de ah铆
vio la autopista que se distingu铆a por las luces y las llamas de los autos. Al
otro lado hab铆a casas y del otro lado se ve铆a una avenida con autos que iban y
ven铆an como si nada (aparentemente) es que la visibilidad segu铆a como en una
foto en tonos amarillos sepia. Finalmente vio algo que la orient贸 era el tanque
de agua de uno de los hospitales que conoc铆a muy bien de sus 茅pocas de
estudiante estaba aproximadamente a unas 20 o 30 cuadras…que en esa situaci贸n
era mucho. Pero en ese momento record贸 que cerca de ah铆 viv铆a uno de sus
compa帽eros de trabajo y que tal vez estar铆a a 10 o 15 cuadras. Vio unos perros
que corr铆an o algo parecido, pens贸 que por suerte ten铆an que ir para el otro
lado.
—¿Est谩 todo bien? —Le pregunt贸 Jos茅
—S铆, ya bajo ya s茅 d贸nde estamos.
Cuando Catalina baj贸 les cont贸 lo
que hab铆a visto y cual era su plan en principio. Jos茅 sugiri贸 robar un auto que
hab铆a divisado a unos metros. Catalina no estuvo de acuerdo con lo propuesto al
principio, pero finalmente Jos茅 la convenci贸 porque Luciana no pod铆a moverse
muy r谩pido porque segu铆a asustada. Adem谩s, entre sus argumentos Jos茅 le dijo
que mientras 茅l manejaba ella pod铆a estar atenta a todo y si era necesario
demostrar sus habilidades de para disparar y defenderse. Robaron el auto sin
problemas y se dirigieron a poca velocidad en la direcci贸n que les dijo
Catalina.
—¿D贸nde aprendiste a disparar as铆?—Pregunt贸
Jos茅
—En 脕frica —Respondi贸 tajante Catalina
Y luego de un rato agreg贸.
—En verdad me ense帽o un jardinero
del barrio, 茅l fue quien me regal贸 el arma en mi cumplea帽os de quince, nunca
pens茅 que fuera realmente necesario (inspir贸 profundo y expir贸) ni siquiera
despu茅s de los viajes con mi mam谩 y mi hermanito.
Hasta que la epidemia de 脡bola, las
personas en situaciones de miseria hacen muchas cosas por desesperaci贸n en
situaciones inesperadas. Cada uno hace lo que puede y no siempre es lo mejor.
Pero algunos son simplemente malditos sin ser vampiros como los de esta ma帽ana.
—As铆 que 茅l te regal贸 eso y a tus
padres no les pareci贸 raro —Afirm贸 Jos茅
—Mi padre estaba muerto a esa 茅poca,
mi vieja y mi abuela tiraban mejor que yo al menos cuando practic谩bamos —sonri贸
Catalina recordando situaciones.
Al llegar a la otra avenida Jos茅
detuvo el auto, es que estaba llena de autos, parec铆an desorientados. Y parec铆a
que ah铆 no hab铆a pasado nada las personas solo esperaban avanzar como en un d铆a
de niebla como otros tantos.
—Mierda y ahora ¿Qu茅 hacemos? —Pregunt贸
Jos茅 y enseguida agreg贸:
—¿pero qu茅 mierda pasa ac谩, no
entiendo?
—Ni yo —Dijo Catalina.
Esperaron un rato y observando,
vieron que todo era como un d铆a de niebla o neblina como otros. Tocaban bocina
y avanzaban algunos metros, no respetaban los sem谩foros de las calles que
cortaban la avenida…algo t铆pico.
—Pidamos ayuda —Murmur贸 Luciana.
—S铆 es buena idea — Respald贸 Jos茅
—Ok ¿Qu茅 le van a decir? Que dos
veces los atacaron vampiros, y que por alguna raz贸n fue a 20 cuadras m谩s o
menos pero ac谩 como si nada
—Sentenci贸 Catalina y agreg贸:
—Cuando mucho los toman como locos o
piensan en una broma de reality.
—Bueno capaz hubo un derrame de algo
t贸xico e imaginamos todo, yo le铆 que las alucinaciones colectivas son posibles
con gases —Dijo Luciana
Catalina la mir贸 y pens贸 si pod铆a
haber gente tan pelotuda en la vida. Luego record贸 que los mecanismos de
defensa a nivel ps铆quico act煤an de diferente manera, entonces se contuvo.
—Chicos hagan lo que quieran yo me
bajo ac谩 y sigo por mi cuenta, tranquilos y suerte —Dijo Catalina.
—Es que no se —Dud贸 Jos茅 —Fue todo
muy raro, es todo muy raro.
—Tranquilo flaco, ella tal vez tenga
parte de raz贸n como sea yo necesito garantizarme comunicaci贸n y un laboratorio.
La definici贸n de vampiro no es algo diab贸lico o acaso los mosquitos parecen
invocar al diablo. —Dijo Catalina con tono risue帽o
Enseguida los tres bajaron del auto.
Jos茅 extendi贸 la mano y le dio un
tarro de pintura en aerosol.
—Por las dudas. —Dijo
—Para quemar cabezas, muchas gracias
—Asinti贸 Catalina
Se despidieron y Catalina sigui贸
caminando sola; aunque ahora dudaba si ir a la casa de su compa帽ero de trabajo
o al hospital en busca de un laboratorio para ver la muestra de tejido de su
lapicera.
Catalina camin贸 en la niebla a un
destino incierto…
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