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miércoles, 2 de septiembre de 2020

𝓔𝓵 𝓮𝓷𝓬𝓾𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸


El encuentro

Extraños no tienen boca (Segunda parte)


Extraños no tienen boca (primera parte)


Caro estaba muy asustada, sollozaba mientras el tipo le hablaba al oído y le decía que se calle, la insultaba. Ella le decía que le iba a dar todo. Y él le contestaba que sí con voz lasciva. Cuando llegaron a la puerta del departamento Caro intentó sacar la llave; en ese momento se le cruzaron por la cabeza cientos de situaciones pensó en Nacho, si estaba y el peligro. Como ella estaba temblando se le cayeron las cosas que compro y las cosas de la cartera incluso las llaves, entonces el hombre la tomó por el cuello y la azotó contra la puerta mientras se acercó y la insultó nuevamente. El hombre levantó la llave y le ordenó que habrá la puerta, mientras mantenía el arma apuntando a la cintura de Caro.
Hamproydin
Cuando entraron al departamento el hombre la tiró en el piso, ella lloraba y le decía te doy lo que sea. Claro le dijo el tipo que se le tiró encima, y le dio una cachetada que la dejó muy aturdida.
De repente se cayó sobre ella como desmayado. Entonces lo inesperado pasó, una voz conocida pero que no era la de Nacho le dijo que saliera de ahí.

“¿Estás bien?” —Le preguntó el hombre que la había salvado, mientras la ayudaba a que saliera de abajo del asaltante.
Caro estaba en shock. Lloraba no sabía lo que pasaba, si estaba dormida o despierta. Su salvador se fue a la cocina y le trajo un baso con agua.

“Toma de a sorbos chiquitos y trata de respirar profundo, por esta basura no te preocupes yo después me lo llevo” —Le dijo el hombre.
Caro temblaba y como pudo articulo algunas palabras.
—Gra, gr, gracias —Murmuró Caro.
“De nada, basura como esta es lo único que se repite en el mundo” —Le respondió y agregó:
“Tranquila yo busco un par de cosas que me dejo mi abuela y me voy con la porquería esta “Caro miró al degenerado tirado en el piso. Y preguntó:
— ¿Lo mataste?
“Sí, uh pensé que no querías que te lastimara. Perdón” —Comentó irónico el hombre.
Caro estaba desconcertada, no le respondió y cayó en cuenta de lo que le había dicho. Buscaba algo que le dejó su abuela le había dicho. Ella todavía no se podía levantar le temblaban las piernas, tomó aire y se apoyó en un mueble y se cayó sentada.
Justo el hombre pasaba por el pasillo.
— ¿Quién sos? —Preguntó Caro
“Importa acaso, igual te dije que soy nieto de Nora” — Dijo
—Sí creo —Murmuró Caro y siguió —Pero va a venir mi marido y se va a asustar, no lo lastimes por favor
El hombre se carcajeo y le dijo.
“Primero Nacho no va a volver hoy.”
Un frío recorrió la espalda de Caro, pensó que lo había matado se puso tensa estaba a punto de orinarse de miedo.
“Segundo no lastimaría a uno de mis primos y mejor amigo de la infancia jamás.”
Caro abrió los ojos grandes y se inclinó hacia atrás.
“Sí merecería que lo hubiera matado hace años, pero ya no.” —Rio el hombre.
—Pero… ¿por qué decís que no va a venir hoy?
“Porque no va a venir, tal vez te diga que se quedo trabajando yo que sé.”
—Pero ¿no sos primo de Nacho?, pero él nunca me habló de vos —De repente ella ya estaba levantada.
“Yo ¿que se?, tal vez deberías preguntarle a él.” — Dijo mientras agarraba un par de bolsos que ya había armado y un maletín.
—¡Basta! —Gritó Caro  —¡Basta bastaaaaa!, me ataca un degenerado y lo mata un amigo o primo de mi marido que no conozco pero es el nieto de la mujer a la que le compramos la casa, el mismo de los casets.
El hombre dejó lo que estaba haciendo y la miró fijo.
“¿Escuchaste los casets?”
Caro ya estaba en otra postura.
—¡Sí es mi casa!
“Ok mi nombre es Rafael y la voz que escuchaste no es la mía, es la de mi hermano Gabriel, como te darás cuenta si te quisiera muerta ya estarías muerta. Si escuchaste los casets es porque la vieja no se acordó de borrarlos o tirarlos, ya no importa. Lo que importa es que te olvides lo que escuchaste y sigas en este mundo pasando lo más desapercibida posible, así en tu mundo.”

— ¿Qué decís pelotudo?, así en mi mundo ¿qué carajo queres decir con eso?
—Caro lo miraba como descreída de lo que decía, parecía cuerdo, loco, cuerdo, loco. Sin embargo, le preguntó.
“Eso que sigas como el resto del mundo por tu seguridad, yo ya me voy solo me restan 20’ máximo antes de que vuelva a pasar lo de la casa de Villa Crespo. Y de verdad no quiero que ni vos ni el animal de mi primo salgan lastimados.”
—¿Villa Crespo? no entiendo.
El hombre se acercó al degenerado muerto y le quebró las extremidades como si fuera un pollo, primero las rodillas y los codos desencajó los hombros. Mientras hacía eso le dijo.
“Insisto en que mientras menos sepas es mejor, pero volví hace más de un mes y cuando me encontraron voló casualmente el subsuelo del departamento de mis viejos, mi antiguo departamento de soltero.”

La cara de Caro estaba pálida, primero por ver la destreza y la facilidad con la que ese hombre había prácticamente descuartizado a otro solo con las manos. No se lo explicaba, y luego por lo que le dijo de la explosión.
— ¿La de la perfumería? —Pregunto Caro
Mientras Rafael se fue a buscar una manta y una bolsa para envolver al cadáver. Dijo:
“No sé lo que había sí creo que sí. Bueno yo bajo esto” —Dijo por el muerto
“Y después vengo por el resto de mis cosas, por favor no las toques gracias.”

Caro no sabía lo que hacer, llamar a la policía no era opción había sido cómplice o algo así de asesinato así que pensó que no era buena opción. Entonces agarró su teléfono celular y vio que tenía mensajes de su marido, le decía que no iba a volver porque el trabajo se le complicó y que se iba a quedar en la oficina total que tenía estufa y había guardado comida en la heladera y un montón de cosas más. Entonces ella lo llamó, el teléfono sonó y sonó, pero le contestó el contestador automático; pensó que tal vez hubiera dejado el aparato en el escritorio y se fue al baño. Insistió y le mandó un mensaje de texto y un audio, pidiendo que por favor la llamara urgente.
Mientras tanto naturalmente se tentó a abrir uno de los bolsos y lo que encontró no tenía mucho sentido hasta que de repente se dio cuenta que eran armas, como esas que había visto en muchas películas. Nunca le había pasado algo como lo de esa noche. Se apresuró a cerrar el bolso antes de que Rafael volviera.
Unos segundos después se abrió la puerta y era Rafael.
“Ah pará hay que limpiar esto”  —Dijo mirando la sangre en el piso y de una mochila sacó un gas y lo roció
“Deja unos 10 minutos y pasa un trapo con agua, nada más que agua y listo.”
—Bueno, pero…y ¿las cámaras? — Pregunto ella.
“No funcionan desde ayer a las 23 hs hoy vuelven a funcionar tranquila y los vecinos duermen tranquilos, no los maté tranquila soy un soldado no un asesino —Dijo mientras agarraba sus bolsos
“¿Me abrís la puerta?”
—¿Vas a volver? —Caro no supo porque dijo eso, no por las palabras sino por el tono con el que salieron las palabras. Como si en verdad estuviera interesada y no preocupada por su vuelta.
Rafael la miró y sonrió. Luego agregó.
“Nunca se sabe, aunque espero que no.” 

Caro cerró la puerta y se sentó, miró el piso un rato, y luego automáticamente vio el viejo reloj de péndulo que colgaba en la pared. Estuvo sentada un rato pensando en lo que le había dicho Rafael que era primo de Nacho, no entendía nada de lo que había pasado y el porque se preguntaba mil cosas…sí le había dicho la verdad, si mentía, era un soldado. Era un soldado de dónde, de qué fuerza, era el hermano mayor o el menor. Pero entonces Nacho conocía a Nora ella era su tía y fingieron todo lo de la compra.
Pensó en llamar a una amiga, pero qué se supone que le iba a decir o cómo. También pensó en llamar a su madre, pero volvió a lo mismo como girando en círculos. Hasta que se dio cuenta que el único que tenía la explicación era su marido.
Se levantó del sillón y fue a la cocina para hacerse un té mientras buscó un trapo para limpiar. Luego de limpiar y tomar el té, tomo una decisión y agarró su bicicleta…esa que había agradecido tener cuando la obviaron como personal habilitada para viajar, cosa que a su esposo nunca le había pasado por su condición de esencial.
Nacho no trabajaba en el edificio de Aduanas sino en uno alquilado, pero igual era lejos. Caro se propuso ir evitando a la policía que seguramente cuando no la necesitaba sí iba a estar para molestarla. Pero que iban a hacerle una contravención y multa…si fuera eso que se lo ¡hagan! pensó y agarró la bicicleta y se fue camino al edificio que quedaba en el barrio de San Nicolás. Pedaleo y mientras tanto esperaba algún mensaje o llamada de su marido que nunca ocurrió. Afortunadamente al ir por calles laterales y evitar avenidas o calles de mucho tráfico nunca se cruzó con un solo patrullero.
Dos cuadras antes de llegar al edificio, se dio cuenta que era un edificio público por lo cual no podría ingresar ya que obviamente estaba cerrado y de estar abierto igual tenía consigna policial. Al llegar a la esquina, sacó su teléfono y se dio cuenta que tenía un audio que había mandado Nacho. El audio decía que no la podía atender porque no había llegado y que intento llamar a la casa, pero ella no contestó. Entonces ella se sentó en el cordón de la vereda y pensó en lo idiota que había sido, si se hubiera quedado en la casa hubiera hablado con él.
Minutos después de lagrimear un rato razono que nunca desde que vivián ahí la había llamado, de hecho, no sabían que número de teléfono tenía la casa…bueno tal vez él sí pero no se lo había dicho. Entonces insistió llamándolo y él no respondió. Siguió con los teléfonos de la oficina y nada. Volvió a escuchar el último audio de su marido y se dio cuenta de que se escuchaba un tren…pero cómo un tren si él estaba en la oficina, se entendía una bocina o sirena o motores, pero un tren. Pensó que por lo que había pasado se había puesto paranoica entonces se colocó los auriculares y…sí lo que escuchaba era de un tren.
Se levantó y estaba cansada, pensando en que tenía sed y hambre pensó en comprar una Coca-cola recordó que las farmacias 24 hs vendían de todo. Se orientó y buscó una que quedaba a dos cuadras para el otro lado. Además de comprar la Coca-cola se compró un paquete de Oreos, para reponer energías. Cuando estaba pagando en la caja sonó el teléfono.
—Hola Nacho amor que bueno que ¿sos vos?
“Hola bebé cómo estás, estoy ocupado de verdad por eso no te puedo atender, entre autorizaciones hay mucho kilombo viste ¿Qué te pasa?”
—Nada, o bueno sí vos estás ahí solo en el edificio. — Dijo ella
“Sí, creo que no hay nadie excepto la guardia.” — Contestó Nacho con tranquilidad.
Mientras hablaba Caro subió a la bicicleta y volvió rumbo al edificio donde estaba Nacho.
—Ah bueno, nada me preocupaba que habías comido y si hacía frío.
“No boba si te dije que hay estufa.”
En ese momento se volvió a escuchar el tren. Caro ya estaba en la puerta del edificio. Había luces, pero con una sola persiana abierta y puerta cerrada, se podía ver a la consigna policial.
—Ah que bueno, que tal si bajas porque te mande un delivery de sorpresa. —Dijo Caro
“No puedo bajar porque no están las puertas abiertas.”
—Bajá y mira por la puerta.
“No puedo nena, en que idioma queres que te lo diga”
En ese momento la mujer cortó el teléfono.

Caro tomo aire, después de todo lo que le había pasado esa tarde que podía hacer o ser peor. Le estaba metiendo los cuernos con una compañera en el edificio, pensó.
Se acercó a la puerta del edificio previo se puso el barbijo que tanto odiaba, golpeo el vidrio y se acercó un policía haciéndole señas de que no con el dedo. Ella le señaló su mochila como si llevara algo para entregar y le hizo una seña de súplica. Increíblemente funcionó, y le abrió la puerta se hizo pasar por una mensajera y le dijo que le habían pedido un medicamento. Le dijo al policía que llevaba algo par Ignacio Mendizabal, que eran medicamentos. El policía le dijo que no había nadie trabajando en el edificio excepto él y sus compañeros, que seguramente se había equivocado de la altura de la calle. Ella insistió y le dijo que revisara porque ya había pasado recorriendo y le dijeron lo mismo. Entonces el policía que por alguna razón estaba de buen humor se fue hasta la computadora y revisó, volvió con unas planillas y le dijo que sí había un señor Mendizabal en el edificio pero que desde marzo no iba a trabajar y cortésmente le dijo que por el aislamiento los que tenían niños pequeños podían tomarse la licencia que dio el gobierno. En ese momento Caro perdió el equilibrio y se le cayó la bicicleta. El policía se acercó a ayudarla. Y siguió explicándole que tal vez se hayan equivocado, si él pidió a la farmacia, que como eran farmacias de cadena que todo se mezclaba…trataba de consolarla porque para él era un servicio de mensajería fallido. Caro agradeció todo y se fue.
Empezó a pedalear, y a llorar. Siguió llorando y maldiciendo, se sentía estafada le había mentido su marido y desde cuando jamás lo sabría. Ni siquiera sabía dónde estaba esa noche mientras ella trataba de volver a su casa. Ni siquiera la había vuelto a llamar.
A la altura del barrio de Congreso ni supo bien la calle ya no podía ver nada por las lágrimas que le chorreaban en la cara, entonces paró para secarse la cara.
Y entonces vio un estacionamiento privado, de donde salía gente con barbijo color piel…pero no era eso, se volvió a secar los ojos y a mirar bien. Ella tenía los ojos irritados de tanto llorar, e hinchados. Volvió a mirar bien y la miraron. Pero..¡ no tenían barbijo eran monstruos sin boca!... como si tuvieran una arruga grande de piel o algo así. Parecían humanos pero no tenían boca y eso era abominable, eran los extraterrestres de los que hablaba Gabriel  no pudo con semejante situación y se desmayó del susto.

Cuando se despertó no recordaba muy bien lo que había pasado, estaba un poco confundida hasta que fue recordando. Estaba en su cama, porque no era una cama de una clínica.
¡No, no era su cama! Definitivamente no era su cama ni su casa. Pero… ¿dónde estaba? vio una ventana, aún era de noche o de madrugada porque estaba oscuro.
“Carolina hola ¿Estás mejor? — Le preguntó Rafael.
—Sos vos. ¿Pero cómo y dónde estoy? —Dijo Caro asustada.
“Estás acá porque para tu suerte te seguí cuando saliste de tu casa, si te soy honesto me diste un poco de lástima”
Mientras escuchaba eso Caro lo miraba como desencajada y descreída. Quiso interrumpir
— ¿Lástima?
“Me vas a seguir interrumpiendo, o ¿puedo seguir? Bueno como me imaginé ibas a ir a buscar al boludo de Nacho donde pensabas que iba a estar y te seguí por las dudas ya te dije me diste lástima.”
— ¡Basta queres, no soy una imbécil! —Dijo Caro y otra vez se le llenaron lo ojos de lágrimas.
“Eso depende de la perspectiva, como sea no me interrumpas más que me debes la vida más dos veces ¿siempre sos tan maricona? Bueno cuando viste a los sin boca y te desmayaste se acercaron a vos y bueno si no fuera por mí.
—¡Estás enfermo! Me quiero ir a mi casa — Le grito Caro.
“Bueno cuando se dé día te llevo a un lugar y de ahí hace dedo — Le contestó el hombre.
Caro pensó que definitivamente estaba loco, la salvaba la dejaba sola, la seguía la salvaba y ahora la iba a dejar ir luego que le habló de cosas sin boca.
Mientras ella pensaba eso él se dio vuelta y salió de la habitación.
Ella lo siguió hasta otra habitación, que estaba bastante desordenada. Como si se hubieran mudado y estaba sucia.
—Para, para ¿y mi bicicleta? —Pregunto Caro
“A caso parezco un pulpo, o Rambo, o un puto super héroe de Marvel. Como ves soy un hombre y te salvé dos veces el culo, tu bicicleta quedo para quien la haya juntado. “
—Bueno dame mi teléfono.
“Lo lamento acá no se usan teléfonos que no sean seguros y el tuyo no lo era. Tranquila en un rato te llevo no tengo alma de niñera”
En ese momento Caro abrió la boca como para gritar o decir algo.
“Ah y ni se te ocurra gritar quiero dormir un poco y que te haya salvado la vida no impide que si me da la gana te desmaye de una piña, no lo tomes personal pero me joden las histéricas”
Ella tomo aire y le dijo
—Solo te iba a preguntar si eran reales, esas cosas sin boca o eran disfrazados. Porque podrían estar disfrazados y yo me asusté.
“La primera vez que los vi fue en Italia cerca de Kazakhstan hace como 7 años, en el sur de la frontera. Los vi bah los vimos y pensamos que eran insurrectos y estaban contaminados con algo radioactivo. Después nos mandaron a otras misiones, pero siempre alguno podía ver o describir algo similar. A finales del año pasado y a principios de este nos dijeron de la invasión y que perdimos la guerra real; así de un día para otro nos dijeron que durante años no peleamos contra supuestas fuerzas terroristas y que eso simplemente fue la tapadera que usaron para el mundo. Nos dijeron de la invasión. Son reales, son verdaderos son lo que viste. Nunca toque uno, pero un camarada checo sí y dijo que era como una membrana como si fuera una branquia o algo así.”
—Son reales y perdimos decís ¿qué quieren?
“Después de dormir les pregunto Carolina — Dijo Rafael se tiró en un sillón y se acomodó para dormir.
Continuara…

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