El encuentro
Extraños no tienen boca (Segunda parte)
Extraños no tienen boca (primera parte)
Caro estaba muy asustada, sollozaba
mientras el tipo le hablaba al oído y le decía que se calle, la insultaba. Ella
le decía que le iba a dar todo. Y él le contestaba que sí con voz lasciva.
Cuando llegaron a la puerta del departamento Caro intentó sacar la llave; en
ese momento se le cruzaron por la cabeza cientos de situaciones pensó en Nacho,
si estaba y el peligro. Como ella estaba temblando se le cayeron las cosas que
compro y las cosas de la cartera incluso las llaves, entonces el hombre la tomó
por el cuello y la azotó contra la puerta mientras se acercó y la insultó
nuevamente. El hombre levantó la llave y le ordenó que habrá la puerta,
mientras mantenía el arma apuntando a la cintura de Caro.
Cuando entraron al departamento el
hombre la tiró en el piso, ella lloraba y le decía te doy lo que sea. Claro le
dijo el tipo que se le tiró encima, y le dio una cachetada que la dejó muy
aturdida.
De repente se cayó sobre ella como
desmayado. Entonces lo inesperado pasó, una voz conocida pero que no era la de
Nacho le dijo que saliera de ahí.
“¿Estás bien?” —Le preguntó el
hombre que la había salvado, mientras la ayudaba a que saliera de abajo del
asaltante.
Caro estaba en shock. Lloraba no
sabía lo que pasaba, si estaba dormida o despierta. Su salvador se fue a la
cocina y le trajo un baso con agua.
“Toma de a sorbos chiquitos y trata
de respirar profundo, por esta basura no te preocupes yo después me lo llevo” —Le
dijo el hombre.
Caro temblaba y como pudo articulo
algunas palabras.
—Gra, gr, gracias —Murmuró Caro.
“De nada, basura como esta es lo
único que se repite en el mundo” —Le
respondió y agregó:
“Tranquila yo busco un par de cosas
que me dejo mi abuela y me voy con la porquería esta “Caro miró al degenerado
tirado en el piso. Y preguntó:
— ¿Lo mataste?
“Sí, uh pensé que no querías que te
lastimara. Perdón” —Comentó irónico el hombre.
Caro estaba desconcertada, no le
respondió y cayó en cuenta de lo que le había dicho. Buscaba algo que le dejó
su abuela le había dicho. Ella todavía no se podía levantar le temblaban las
piernas, tomó aire y se apoyó en un mueble y se cayó sentada.
Justo el hombre pasaba por el
pasillo.
— ¿Quién sos? —Preguntó Caro
“Importa acaso, igual te dije que
soy nieto de Nora” — Dijo
—Sí creo —Murmuró Caro y siguió —Pero
va a venir mi marido y se va a asustar, no lo lastimes por favor
El hombre se carcajeo y le dijo.
“Primero Nacho no va a volver hoy.”
Un frío recorrió la espalda de Caro,
pensó que lo había matado se puso tensa estaba a punto de orinarse de miedo.
“Segundo no lastimaría a uno de mis primos
y mejor amigo de la infancia jamás.”
Caro abrió los ojos grandes y se
inclinó hacia atrás.
“Sí merecería que lo hubiera matado
hace años, pero ya no.” —Rio el hombre.
—Pero… ¿por qué decís que no va a
venir hoy?
“Porque no va a venir, tal vez te
diga que se quedo trabajando yo que sé.”
—Pero ¿no sos primo de Nacho?, pero
él nunca me habló de vos —De repente ella ya estaba levantada.
“Yo ¿que se?, tal vez deberías
preguntarle a él.” — Dijo mientras agarraba un par de bolsos que ya había
armado y un maletín.
—¡Basta! —Gritó Caro —¡Basta bastaaaaa!, me ataca un degenerado y
lo mata un amigo o primo de mi marido que no conozco pero es el nieto de la
mujer a la que le compramos la casa, el mismo de los casets.
El hombre dejó lo que estaba
haciendo y la miró fijo.
“¿Escuchaste los casets?”
Caro ya estaba en otra postura.
—¡Sí es mi casa!
“Ok mi nombre es Rafael y la voz que
escuchaste no es la mía, es la de mi hermano Gabriel, como te darás cuenta si
te quisiera muerta ya estarías muerta. Si escuchaste los casets es porque la
vieja no se acordó de borrarlos o tirarlos, ya no importa. Lo que importa es que
te olvides lo que escuchaste y sigas en este mundo pasando lo más desapercibida
posible, así en tu mundo.”
— ¿Qué decís pelotudo?, así en mi mundo ¿qué carajo queres decir con eso?
—Caro lo miraba como descreída de lo
que decía, parecía cuerdo, loco, cuerdo, loco. Sin embargo, le preguntó.
“Eso que sigas como el resto del
mundo por tu seguridad, yo ya me voy solo me restan 20’ máximo antes de que
vuelva a pasar lo de la casa de Villa
Crespo. Y de verdad no quiero que ni vos ni el animal de mi primo salgan
lastimados.”
—¿Villa Crespo? no entiendo.
El hombre se acercó al degenerado muerto y le quebró las
extremidades como si fuera un pollo, primero las rodillas y los codos desencajó
los hombros. Mientras hacía eso le dijo.
“Insisto en que mientras menos sepas
es mejor, pero volví hace más de un mes y cuando me encontraron voló
casualmente el subsuelo del departamento de mis viejos, mi antiguo departamento
de soltero.”
La cara de Caro estaba pálida,
primero por ver la destreza y la facilidad con la que ese hombre había
prácticamente descuartizado a otro solo con las manos. No se lo explicaba, y
luego por lo que le dijo de la explosión.
— ¿La de la perfumería? —Pregunto
Caro
Mientras Rafael se fue a buscar una
manta y una bolsa para envolver al cadáver. Dijo:
“No sé lo que había sí creo que sí.
Bueno yo bajo esto” —Dijo por el muerto
“Y después vengo por el resto de mis
cosas, por favor no las toques gracias.”
Caro no sabía lo que hacer, llamar a
la policía no era opción había sido cómplice o algo así de asesinato así que
pensó que no era buena opción. Entonces agarró su teléfono celular y vio que
tenía mensajes de su marido, le decía que no iba a volver porque el trabajo se
le complicó y que se iba a quedar en la oficina total que tenía estufa y había
guardado comida en la heladera y un montón de cosas más. Entonces ella lo
llamó, el teléfono sonó y sonó, pero le contestó el contestador automático;
pensó que tal vez hubiera dejado el aparato en el escritorio y se fue al baño. Insistió
y le mandó un mensaje de texto y un audio, pidiendo que por favor la llamara
urgente.
Mientras tanto naturalmente se tentó
a abrir uno de los bolsos y lo que encontró no tenía mucho sentido hasta que de
repente se dio cuenta que eran armas, como esas que había visto en muchas
películas. Nunca le había pasado algo como lo de esa noche. Se apresuró a
cerrar el bolso antes de que Rafael volviera.
Unos segundos después se abrió la
puerta y era Rafael.
“Ah pará hay que limpiar esto” —Dijo mirando la sangre en el piso y de una
mochila sacó un gas y lo roció
“Deja unos 10 minutos y pasa un
trapo con agua, nada más que agua y listo.”
—Bueno, pero…y ¿las cámaras? —
Pregunto ella.
“No funcionan desde ayer a las 23 hs
hoy vuelven a funcionar tranquila y los vecinos duermen tranquilos, no los maté
tranquila soy un soldado no un asesino —Dijo mientras agarraba sus bolsos
“¿Me abrís la puerta?”
—¿Vas a volver? —Caro no supo porque
dijo eso, no por las palabras sino por el tono con el que salieron las
palabras. Como si en verdad estuviera interesada y no preocupada por su vuelta.
Rafael la miró y sonrió. Luego
agregó.
“Nunca se sabe, aunque espero que no.”
Caro cerró la puerta y se sentó,
miró el piso un rato, y luego automáticamente vio el viejo reloj de péndulo que
colgaba en la pared. Estuvo sentada un rato pensando en lo que le había dicho
Rafael que era primo de Nacho, no entendía nada de lo que había pasado y el
porque se preguntaba mil cosas…sí le había dicho la verdad, si mentía, era un
soldado. Era un soldado de dónde, de qué fuerza, era el hermano mayor o el
menor. Pero entonces Nacho conocía a Nora ella era su tía y fingieron todo lo
de la compra.
Pensó en llamar a una amiga, pero
qué se supone que le iba a decir o cómo. También pensó en llamar a su madre,
pero volvió a lo mismo como girando en círculos. Hasta que se dio cuenta que el
único que tenía la explicación era su marido.
Se levantó del sillón y fue a la
cocina para hacerse un té mientras buscó un trapo para limpiar. Luego de
limpiar y tomar el té, tomo una decisión y agarró su bicicleta…esa que había
agradecido tener cuando la obviaron como personal habilitada para viajar, cosa
que a su esposo nunca le había pasado por su condición de esencial.
Nacho no trabajaba en el edificio de
Aduanas sino en uno alquilado, pero igual era lejos. Caro se propuso ir
evitando a la policía que seguramente cuando no la necesitaba sí iba a estar
para molestarla. Pero que iban a hacerle una contravención y multa…si fuera eso
que se lo ¡hagan! pensó y agarró la bicicleta y se fue camino al edificio que
quedaba en el barrio de San Nicolás. Pedaleo y mientras tanto esperaba algún
mensaje o llamada de su marido que nunca ocurrió. Afortunadamente al ir por
calles laterales y evitar avenidas o calles de mucho tráfico nunca se cruzó con
un solo patrullero.
Dos cuadras antes de llegar al
edificio, se dio cuenta que era un edificio público por lo cual no podría
ingresar ya que obviamente estaba cerrado y de estar abierto igual tenía
consigna policial. Al llegar a la esquina, sacó su teléfono y se dio cuenta que
tenía un audio que había mandado Nacho. El audio decía que no la podía atender
porque no había llegado y que intento llamar a la casa, pero ella no contestó.
Entonces ella se sentó en el cordón de la vereda y pensó en lo idiota que había
sido, si se hubiera quedado en la casa hubiera hablado con él.
Minutos después de lagrimear un rato
razono que nunca desde que vivián ahí la había llamado, de hecho, no sabían que
número de teléfono tenía la casa…bueno tal vez él sí pero no se lo había dicho.
Entonces insistió llamándolo y él no respondió. Siguió con los teléfonos de la
oficina y nada. Volvió a escuchar el último audio de su marido y se dio cuenta
de que se escuchaba un tren…pero cómo un tren si él estaba en la oficina, se
entendía una bocina o sirena o motores, pero un tren. Pensó que por lo que
había pasado se había puesto paranoica entonces se colocó los auriculares y…sí
lo que escuchaba era de un tren.
Se levantó y estaba cansada,
pensando en que tenía sed y hambre pensó en comprar una Coca-cola recordó que las
farmacias 24 hs vendían de todo. Se
orientó y buscó una que quedaba a dos cuadras para el otro lado. Además de
comprar la Coca-cola se compró un paquete de Oreos, para reponer energías. Cuando estaba pagando en la caja sonó
el teléfono.
—Hola Nacho amor que bueno que ¿sos
vos?
“Hola bebé cómo estás, estoy ocupado
de verdad por eso no te puedo atender, entre autorizaciones hay mucho kilombo
viste ¿Qué te pasa?”
—Nada, o bueno sí vos estás ahí solo
en el edificio. — Dijo ella
“Sí, creo que no hay nadie excepto
la guardia.” — Contestó Nacho con tranquilidad.
Mientras hablaba Caro subió a la
bicicleta y volvió rumbo al edificio donde estaba Nacho.
—Ah bueno, nada me preocupaba que
habías comido y si hacía frío.
“No boba si te dije que hay estufa.”
En ese momento se volvió a escuchar
el tren. Caro ya estaba en la puerta del edificio. Había luces, pero con una
sola persiana abierta y puerta cerrada, se podía ver a la consigna policial.
—Ah que bueno, que tal si bajas
porque te mande un delivery de sorpresa. —Dijo Caro
“No puedo bajar porque no están las
puertas abiertas.”
—Bajá y mira por la puerta.
“No puedo nena, en que idioma queres
que te lo diga”
En ese momento la mujer cortó el
teléfono.
Caro tomo aire, después de todo lo
que le había pasado esa tarde que podía hacer o ser peor. Le estaba metiendo
los cuernos con una compañera en el edificio, pensó.
Se acercó a la puerta del edificio
previo se puso el barbijo que tanto odiaba, golpeo el vidrio y se acercó un
policía haciéndole señas de que no con el dedo. Ella le señaló su mochila como
si llevara algo para entregar y le hizo una seña de súplica. Increíblemente
funcionó, y le abrió la puerta se hizo pasar por una mensajera y le dijo que le
habían pedido un medicamento. Le dijo al policía que llevaba algo par Ignacio
Mendizabal, que eran medicamentos. El policía le dijo que no había nadie
trabajando en el edificio excepto él y sus compañeros, que seguramente se había
equivocado de la altura de la calle. Ella insistió y le dijo que revisara
porque ya había pasado recorriendo y le dijeron lo mismo. Entonces el policía
que por alguna razón estaba de buen humor se fue hasta la computadora y revisó,
volvió con unas planillas y le dijo que sí había un señor Mendizabal en el
edificio pero que desde marzo no iba a trabajar y cortésmente le dijo que por
el aislamiento los que tenían niños pequeños podían tomarse la licencia que dio
el gobierno. En ese momento Caro perdió el equilibrio y se le cayó la
bicicleta. El policía se acercó a ayudarla. Y siguió explicándole que tal vez
se hayan equivocado, si él pidió a la farmacia, que como eran farmacias de
cadena que todo se mezclaba…trataba de consolarla porque para él era un
servicio de mensajería fallido. Caro agradeció todo y se fue.
Empezó a pedalear, y a llorar.
Siguió llorando y maldiciendo, se sentía estafada le había mentido su marido y
desde cuando jamás lo sabría. Ni siquiera sabía dónde estaba esa noche mientras
ella trataba de volver a su casa. Ni siquiera la había vuelto a llamar.
A la altura del barrio de Congreso
ni supo bien la calle ya no podía ver nada por las lágrimas que le chorreaban
en la cara, entonces paró para secarse la cara.
Y entonces vio un estacionamiento
privado, de donde salía gente con barbijo color piel…pero no era eso, se volvió
a secar los ojos y a mirar bien. Ella tenía los ojos irritados de tanto llorar,
e hinchados. Volvió a mirar bien y la miraron. Pero..¡ no tenían barbijo eran
monstruos sin boca!... como si tuvieran una arruga grande de piel o algo así.
Parecían humanos pero no tenían boca y eso era abominable, eran los
extraterrestres de los que hablaba Gabriel no pudo con semejante situación y se desmayó
del susto.
Cuando se despertó no recordaba muy
bien lo que había pasado, estaba un poco confundida hasta que fue recordando. Estaba
en su cama, porque no era una cama de una clínica.
¡No, no era su cama! Definitivamente
no era su cama ni su casa. Pero… ¿dónde estaba? vio una ventana, aún era de
noche o de madrugada porque estaba oscuro.
“Carolina hola ¿Estás mejor? — Le
preguntó Rafael.
—Sos vos. ¿Pero cómo y dónde estoy? —Dijo
Caro asustada.
“Estás acá porque para tu suerte te
seguí cuando saliste de tu casa, si te soy honesto me diste un poco de lástima”
Mientras escuchaba eso Caro lo
miraba como desencajada y descreída. Quiso interrumpir
— ¿Lástima?
“Me vas a seguir interrumpiendo, o
¿puedo seguir? Bueno como me imaginé ibas a ir a buscar al boludo de Nacho
donde pensabas que iba a estar y te seguí por las dudas ya te dije me diste
lástima.”
— ¡Basta queres, no soy una imbécil!
—Dijo Caro y otra vez se le llenaron lo ojos de lágrimas.
“Eso depende de la perspectiva, como
sea no me interrumpas más que me debes la vida más dos veces ¿siempre sos tan
maricona? Bueno cuando viste a los sin boca y te desmayaste se acercaron a vos
y bueno si no fuera por mí.
—¡Estás enfermo! Me quiero ir a mi
casa — Le grito Caro.
“Bueno cuando se dé día te llevo a
un lugar y de ahí hace dedo — Le contestó el hombre.
Caro pensó que definitivamente
estaba loco, la salvaba la dejaba sola, la seguía la salvaba y ahora la iba a
dejar ir luego que le habló de cosas sin boca.
Mientras ella pensaba eso él se dio
vuelta y salió de la habitación.
Ella lo siguió hasta otra habitación,
que estaba bastante desordenada. Como si se hubieran mudado y estaba sucia.
—Para, para ¿y mi bicicleta? —Pregunto
Caro
“A caso parezco un pulpo, o Rambo, o
un puto super héroe de Marvel. Como ves soy un hombre y te salvé dos veces el
culo, tu bicicleta quedo para quien la haya juntado. “
—Bueno dame mi teléfono.
“Lo lamento acá no se usan teléfonos
que no sean seguros y el tuyo no lo era. Tranquila en un rato te llevo no tengo
alma de niñera”
En ese momento Caro abrió la boca
como para gritar o decir algo.
“Ah y ni se te ocurra gritar quiero
dormir un poco y que te haya salvado la vida no impide que si me da la gana te
desmaye de una piña, no lo tomes personal pero me joden las histéricas”
Ella tomo aire y le dijo
—Solo te iba a preguntar si eran
reales, esas cosas sin boca o eran disfrazados. Porque podrían estar
disfrazados y yo me asusté.
“La primera vez que los vi fue en
Italia cerca de Kazakhstan hace como 7 años, en el sur de la frontera. Los vi
bah los vimos y pensamos que eran insurrectos y estaban contaminados con algo
radioactivo. Después nos mandaron a otras misiones, pero siempre alguno podía
ver o describir algo similar. A finales del año pasado y a principios de este
nos dijeron de la invasión y que perdimos la guerra real; así de un día para
otro nos dijeron que durante años no peleamos contra supuestas fuerzas
terroristas y que eso simplemente fue la tapadera que usaron para el mundo. Nos
dijeron de la invasión. Son reales, son verdaderos son lo que viste. Nunca
toque uno, pero un camarada checo sí y dijo que era como una membrana como si
fuera una branquia o algo así.”
—Son reales y perdimos decís ¿qué
quieren?
“Después de dormir les pregunto
Carolina — Dijo Rafael se tiró en un sillón y se acomodó para dormir.
Continuara…
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