Aquí es la vida de Catalina la que se pone patas para arriba .
Continuamos con :
El devorador de mundos 2
El eclipse
“Se equivocaron y no se les murió o
se equivocaron de paciente.”
—Le pregunté lo mismo y me juró que
no fue eso.—
“Bueno, pero con tanta droga y
masaje.”
—¡NO!— Grito Catalina. —No entendés
la tipa estaba se sentó en la camilla y hablo a la familia. Eso es imposible,
mucho más luego de 45´de RCP y la causa de la parada cardíaca.—
“No me grites idiota” Rezongó Alan
—Bueno ¿entendes que no se puede,
cierto? No es que yo tengo un síncope y me hacen RCP aun así no me levantaría
como si nada y hablaría.—
“O sea son zombis.”
—Deja de decir pelotudeces. —
“Según lo que te conto tu amigo eso
es lo que serían y según lo que me explicas.”
—No es tan simple, te acordas cuando
la abuela hablaba de los velorios. Se hacían por la posibilidad de catalepsia,
que en este caso obvio no aplica. Pero sí pudiera darse un caso de narcolepsia
lo cual explicaría lo que pareciera la muerte de la mujer y pudiera estar
relacionada con lo que dijiste de Francia de una intoxicación por alguna planta
y es por eso por lo que buscaban a mamá. Claro que no se enteraron de que hace
14 años está muerta.—
“¿Cuándo viajas?”
—Lo más directo lo conseguí para
mañana al mediodía con 3 escalas. Tengo que buscar el pasaporte—Dijo Catalina y
se levantó de su silla.
Se seguían escuchado alarmas de
notificaciones. Además, sonó el timbre de la puerta. Alan miró la cámara de la
puerta y no había nadie. Otra vez el timbre de la puerta. Alan volvió a mirar
la otra cámara y la otra hasta que se dio cuenta que había solo una persona que
usaba la puerta de acceso al invernadero. Sí, era él, el hombre que había
vivido todas las guerras. Un tipo que tenía como 87 años declarados (aparentaba
mucho menos, incluso hasta unos 60) un alemán grandote que estaba bastante loco,
y usualmente no se llevaba bien con nadie del barrio era un ermitaño, él vivía
en el barrio desde que los abuelos de los hermanos tenían la fábrica. Como él
era quien se encargaba del invernadero desde que la abuela vivía, con los
chicos (para él eran chicos) se llevaba muy bien y hasta les cocinaba algo de
vez en cuando. La gente decía cosas de él como que había sido nazi y cosas
similares, pero Catalina y Alan se habían criado con él, y como les había dicho
su madre si hubiera sido cierto lo hubieran juzgado hace tiempo porque el viejo
vivía ahí cuando la madre de los chicos era una nena. El viejo simplemente no
hablaba mucho y cuando lo hacía sus conversaciones delirantes desconcertaban a
sus oyentes. Todo lo pedía a domicilio incluso antes del delivery y no tenía
familia; y si bien coleccionaba armas también tenía libros de todos lados y una
amplia colección de cosas antiguas.Alan bajo a ver qué quería don Günter. Don Günter
pregunto por Catalina y le dijo que no salieran esas noches que él les había
cocinado costillas de cerdo y varias cosas más, que era peligroso y le dio una
pulsera tipo esclava a cada uno y le pidió que se la pusieran. Alan le
agradeció y le dijo que sí a todo y volvió a la casa con intención de seguir
monitoreando.
—¿Qué trajo el viejo?— Dijo Catalina
que estaba agarrando algo de la biblioteca.
“Obvio cierto quien sino el viejo
Günter puede venir a la “caaasa del laberinto”- Rio Alan.”
—Obvio nadie sabe o recuerda donde
vivimos, para mis amigos y amantes vivo en ese departamento art deco del puerto
y para los tuyos vivís en la chetocracia de la torre más cheta (refinada).—
“Sí además mis camuflajes funcionan
bien, ni los mapas de la red ubican este lugar” Alan hizo un ademán con las
cejas y agregó. “Y mis bloqueos para los celulares”
-Amén hermano, ahora si mandó comida
vamos a comer que me quiero acostar temprano, a ver si duermo— Dijo Catalina
acercándose a los paquetes de don Günter. —Además me acordé de que tengo el
pasaporte en el departamento así que tengo que irme más temprano.—
Después de comer Catalina escucho
los mensajes del contestador automático y uno le llamó la atención pues sí
hablaba de posible toxicidad con moho y además de fotosensibilidad. Le pidió a
Alan que le enseñe la grabación que él había hecho para vaciar el contestador.
Maldijo a Javier por haberle pedido que lo cubriera, los mensajes eran del
viernes a la tarde cuando ella salió para el hospital.
Después de eso Catalina fue a su
habitación y Alan a otro de sus dominios electrónicos dentro de la casa, en el
altillo donde había radios de todo tipo.
A las 5 am sonó el despertador,
Catalina se levantó y bajo a la cocina. En la heladera había una notita: (“me
fui porque tengo que hablar con los pibes del barrio el Carajo, te veo en el
aeropuerto”.) Al ver semejante cosa pensó mi hermano es un hacker y me deja
notitas, en casa de herrero. Desayuno, se bañó y solo agarro lo indispensable
pues no solía viajar con gran equipaje.
Entró a su auto y vio otra notita de
su hermano que decía,( “te dejé la pulsera de don Günter, ponetela después te
explico”). Se puso la pulsera que estaba en el asiento, se dio cuenta que ni
había revisado lo que le mandaron, habitualmente revistas científicas libros,
papeles con protocolos para firmar y alguna que otra vez algún regalo como el
del paquetito que no abrió. Pensó en hacerlo mientras esperaba a abordar.
Cuando salió de la casa la bruma era
espesa y la visibilidad muy reducida. Encendió la radio, pero hubo
interferencia hasta que salió a la avenida. Luego de un rato entre música
anunciaban la necesidad de circular con precaución, por la neblina espesa poco
habitual para la época del año.
La marcha era sumamente lenta, en
verdad se arrepentía de haberse apresurado a sacar el pasaje, pues suponía que
de seguir así de lento simplemente no llegaría siquiera a agarrar el documento
para viajar.
En la radio también decían que hubo
asaltos y hechos de violencia inusuales desde hace dos noches en algunos
lugares de las provincias del noroeste, bandas organizadas de narcos decía la
radio, y que aparentemente hubo una revolución en Chile. En definitiva, contra la
inseguridad y con todo lo otro no podía hacer nada, y a la neblina la estaba
pasando ahora mismo. Catalina prefirió escuchar música, que tenía previamente
seleccionada, puso una canción vieja de Richard Marx: "Hold onto the Nigthts". Se
acordó de enchufar el celular que de todas formas nunca le servía en la casa
del laberinto, pero no lo encendió. Terminó la canción y había avanzado 300
metros, las bocinas sonaban como si eso disipase la bruma. Al comenzar Don´t Dream is over el tráfico avanzó y
entonces ella tomo una calle que pocos tomaban porque era un barrio complicado,
pero le permitía tomar la calle colectora y acceder a la autopista en el
siguiente ingreso. Se escuchaban perros aullando, algo que en definitiva no era
raro por la cantidad de perros del barrio. Por esa calle llegó bien al acceso a
la autopista, cuando llegó avanzó 1 km a un buen ritmo hasta que finalmente se
encontró con una fila de autos. Pensó en voz alta, bueno saco pasaje para otro
día.
Mientras seguía otra canción;
decidió ya que la espera daba para rato, abrir el paquetito que tenía en el
auto. Cuando vio el remitente del paquetito no lo reconoció, pensó tal vez
fuera de algún estudiante recomendado por uno de sus colegas en el exterior…tal
vez alguien que se le había olvidado. Al abrir el paquete encontró varios
sobres pequeños con estampillas de varios lugares del mundo. No entendía nada y
abrió uno de los sobres el remitente era un viejo medio amigo medio conocido de
la facultad, 3 años menor él nunca terminó la carrera porque decidió ingresar a
las fuerzas armadas. Le sorprendió saber de él luego de tanto tiempo y abrió el
paquetito intrigada, sin mirar la fecha de despacho ni el lugar, en el paquete
había algo escrito. “Querida Caty te escribo sabiendo que sos la última a la
que le voy a escribir” ¿una carta de suicidio? pensó, pero había varios sobres,
aunque en los otros no había papeles. Siguió leyendo la carta:
“Hace dos días me mandaron al consulado del
Reino Unido para que esté en el interrogatorio de un hombre que te buscaba a
vos, como comprenderás no me dan muchas explicaciones y solo querían que
oficiara de traductor además de saber quien eras vos porque desde hace años
eras un fantasma. El hombre les había mostrado cosas respecto a un virus o una
invasión, hablaba ruso que ni los rusos entendían y en definitiva su argentino
era más entendible. Les traduje lo que querían y lo desesperado que estaba el
hombre en encontrarte. Nadie me dijo cómo o por qué lo tenían ahí. Después entendí
que llegó de otro lado y que sin querer los contacto y él sabía de una
infección o algo así que se propagaba por el mundo en días, entonces lo
detuvieron. Parecía loco estaba loco, pero antes de verlo por última vez me
dijo susurrando ( “Berchem basílica torre norte”) nadie más pareció escucharlo estaban desperados y desconcertados.”
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De Debroyer Tim - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=46074855
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Un bocinazo interrumpió
la lectura de la carta. Catalina avanzó unos 300 metros a paso de hombre y
luego el tráfico paro otra vez. Permitiéndole continuar con su lectura:
“Después de estar en el
consulado me asignaron ir a España y entonces decidí desobedecer y por primera
vez actúe por instinto. Fui a Bruselas y lo que encontré en la basílica fue lo
que esta en los sobres y además una dirección, no muy lejos de ahí en un
departamento estaba el mismo hombre me recibió armado. Lo reduje luego de una
buena pelea, le pregunté cómo se había escapado y me dijo(“-Yo no escapé, no
aún”) Le pregunté si tenía un hermano gemelo y respondió que no, pero que tal
vez habían atrapado a su doble, que yo podía ayudarlo a él a encontrarte porque
ya era muy tarde para buscar al otro (yo pensé que era el que estaba en el consulado,
pero él hablaba de un tercero) que eso no te podía no debía encontrarte antes.
Lo que me contó después; parece sacado de un cuento de Stephen King y no lo
hubiera creído ni siquiera después de ver lo que te mando en el sobre. Le creí
cuando me llamó mi compañero desde Italia el hombre no mentía. Se acercaba “el devorador de mundos.”
La carta seguía, pero catalina
estaba atónita, no sabía de Martín hace años y cuando la contactaba era para
eso. La lógica le indicaba que las coincidencias no existen y las casualidades
tampoco. Miró la hora y eran las 8:45 grito en voz alta ¡es imposible! encendió
el celular y tenía más de 400 mensajes los que no vio porque lo que quería
saber es que hora era y en la pantalla estaba 8:45. Pero cómo si no podría
haber estado tanto tiempo en ese lugar. Encendió el celular seguro y el reloj
marcaba 8:46 am, decidió dejar de escuchar Heaven de Bryan Adams y puso la
radio…pero otra vez interferencia. Se fijo y el hombre del auto de al lado no
la miraba, tocar bocina no tenía sentido. Entonces un temblor que se sintió en
el auto esta vez y estaba relacionado con una cadena de explosiones ¡Bom boom
boomm! Luego otra, y hasta una cuarta. Tomo las cosas de la caja y las metió en
su mochila.
Parecía un accidente en cadena, una
sucesión de explosiones sirenas. Estaba por lo que podía ver a 5 kilómetros al
menos de la última explosión, pero la niebla seguía así que no tenía certeza de
lo que veía. Se escuchaban gritos, pero los gritos demasiado cerca, eso no
tenía sentido, aunque en la mente de Catalina giraba la pregunta qué tiene
sentido desde ayer. De repente una horda de gente corría en sentido al auto de
Catalina, sí corrían entre los autos por la autopista y se pisaban entre sí.
Pensó rápido un derrame de un transporte de sustancias tóxicas. Se agachó a
buscar su maletín y su botiquín de primeros auxilios. En ese instante algo
rompió el vidrio del auto, pero no era algo era un alguien o algo. La
desesperación no era parte de Catalina casi nunca, ella agarró el arma que bien
le había enseñado a usar Don Günter (para cuidar virtud de nena le dijo) y sin
dudarlo le voló la cabeza.
Catalina respiró no sabía que pasaba
los segundos eran eternos tomo todos los celulares y los metió en su mochila
además del maletín, tenía el arma en la mano. Afuera era un caos, era solo
parte del caos total y parecía sacado de una película de Del Toro, eran
vampiros estaban chupando sangre como en una jauría como en una orgia de
sangre. No había tiempo de pensar se acercó otro por la espalda y ella no lo
vio una pareja le dio un golpe con un matafuego y el ente cayó al suelo.
—Dios gracias!— Grito Catalina y
agregó — Vengan tenemos que irnos ya, bajemos por acá el cartel dice km 23 por
acá podemos bajar—
La chica lloraba y estaba
paralizada. El hombre la cargó al hombro como un pedazo de res y empezaron a
bajar.
Corrieron lo más que pudieron y se
agazaparon en un galpón.
“Es el eclipse, será eso” Dijo el
chico.
—¿Eclipse, cuál eclipse?— Pregunto
Catalina
La chica lloraba inconsolable estaba
en shock.
“¡Callate queres trato de pensar!
Que mierda son esas cosas” Le grito el hombre.
—Para, para tranquilízate.— Catalina abrió su maletín se acercó a la chica
y le dio agua que tenía en su mochila, trato de tranquilizarla.
—Tu novia está en shock le tengo que
dar algo— Dijo Catalina —El problema es que no se si esos cosos van a venir o
que y si la duermo mucho no va a poder correr ni nada—
“¿Qué onda vos sos médica?”
—Sí—
“Bueno dale algo entonces y recemos
porque no vengan”
—Soy agnóstica no se me da rezar,
pero bueno, reza— Dijo Catalina y se acercó con algo que saco de su maletín y
le inyecto.
La chica dejo de a poco de llorar y
se durmió. Entonces volvieron a hablar.
—Mencionaste un eclipse.—
“Sí me lo dijeron mis primos que
viven en Chile por mensaje de texto, que nadie ni el gobierno sabía.”
—Voy a llamar a mi hermano— Dijo
Catalina, el teléfono de Alan sonó y sonó pero nadie atendió…
Una angustia que nunca había sentido
comenzó a apoderarse de ella. De repente atendió Alan atendió rápido y cortó:
“Estoy bien es una mierda esto veni para….
A….o “Y se cortó.
Catalina y sus ocasionales amigos
estaban en el galpón. Los tres solos esperaban en silencio.
En silencio
esperaban que no los encuentren; los
zombis, vampiros o lo que sean, o que
los rescaten. O simplemente despertar, despertar de una pesadilla…
Continuara.
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